martes, 13 de febrero de 2007

A LOS RECIENTES CINCUENTONES



FLAMANTES CINCUENTONES.
Varios Masters han ingresado en la legión grisácea de los cincuentones, sin eufemismos paliativos tales como jóvenes maduros o veteranos juveniles. Este quincuagésimo cumpleaños es la fecha en la que descubren que todo es más sencillo de lo que pensaban, y coinciden con sus hijos adolescentes en que el día para pegarse el banquete o la fiesta de su vida es… hoy mismo, sin esperar a mañana, y eso cada día de los próximos mientras puedan decidir. Con todo, la crisis de los 50 parece más llevadera que la depresión de los 40, y de la angustia de los 30, que ni siquiera recuerdan. Convertirse en cincuentón es una trágica y traqueteada experiencia, pero que se vive en compañía de todos los coetáneos. Siempre piensan que aquélla fue una gran cosecha, aunque ahora lo dudan tras descubrir que son de la misma quinta Aznar y Blair (quien dijo sentir mariposas en el estómago el día que cumplió 50).

Ellos se criaron a lo bestia. Hacían lo que jamás permitirían luego a sus hijos. Corrían en pequeñas e inadecuadas bicicletas sin casco, los columpios eran de metal roñoso y con esquinas en pico, y jugában a ver quien era más bruto. Construian goitiberas para bajar por las cuestas y descubrían que habían olvidado los frenos. Jugában a "chorro, morro, pico, tallo, qué" (no pregunten eso qué significaba), procurando caer en plan bomba, y nadie sufrió dislocaciones vertebrales. Salían de casa por la mañana, jugában todo el día, y sólo volvían al anochecer. Nadie podía localizarlos por ningún móvil. O hacían una fogata para asar patatas y contar historias de miedo. No tuvieron Playstation, Nintendo, películas en vídeo, móviles, computadores ni Internet: sólo un canal de televisión en blanco y negro,.. en casa de algún amigo rico. Ligában con las chicas persiguiéndolas, no en un chat tecleando Han pasado la mayor parte, pero quizá no la mejor, de la vida familiar y profesional. Sus hijos son insufribles y eternos adolescentes, su pareja ha engordado casi tanto como ellos, y ya estan plenamente instalados en esa burguesía postmoderna y acomodada,… . sus rutinarios paseos con la parienta, esos recorridos de café con leche en café con leche (descafeinados por supuesto), con muchas paradas, permiten a los comerciantes poner en hora sus relojes cuando les ven desfilar puntualmente cada atardecer.
La vejez es lo más inesperado que le sucede al hombre y llega sin ser invitada. Sólo comienza cuando se pierde la curiosidad y cesa de indignación por todo lo que está mal a nuestro alrededor. La madurez, incluso la vejez bien llevada, puede ser el tiempo de vuestra dicha. La felicidad es el antídoto de la edad. ¡Sed felices!
* variación de ur articulo de MIKEL AGIRREGABIRIA AGIRRE

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